lunes, 30 de abril de 2012

PESADILLA DENTRO DE LA PESADILLA

por Vito Amalfitano
para el Diario La Capital de MDP
 
Alejandro Domínguez le comete falta a Nahuel Roselli pero el árbitro no lo ve y casi deriva en un gol de Cavenaghi. Uno de los tantos errores de Lunati.


Una pesadilla dentro de la pesadilla. La historia dirá que en su paso por la B, por la máxima categoría de ascenso del fútbol argentino,-si es que dura solo este año-, River no pudo con Aldosivi y que incluso el equipo de Mar del Plata se anotó una victoria y media. Aquella que marcó un hito en el Nuevo Gasómetro y este empate en el Minella con sabor a triunfo, por el 10 contra 11 y por la potencial diferencia de jerarquía individual entre un plantel y otro.
Fue un partido de sintonía fina. Aldosivi tuvo un plan y lo ejecutó casi a la perfección hasta el 0-1 en contra, producto de un penal que vio el árbitro Pablo Lunati y que dejó algunas dudas en la cancha. El orden del equipo de Mar del Plata mantenía todo controlado, con los cruces de Furios, los cortes de los centrales, las salidas hacia afuera y adelante por Marcelo Vega y Malcorra y con Piñero Da Silva como un inteligente pivot para no perder la pelota tan rapidamente. Pero todo era muy "finito", quedaba la sensación de que en cualquier momento ese castillo se podría derrumbar, con alguna pelota perdida en el medio, por la velocidad y la capacidad técnica de algunos jugadores de River para progresar con el balón dominado, y porque cualquier jugada podría pasar por la calidad de David Trezeguet. La sintonía fina podía pasar por un error propio o un destello individual ajeno que derribara el castillo, que obligara a cambiar el plan. Pero, como muchas veces pasa en fútbol, bien se puede desatar otro partido por el camino menos pensado. Y la cuestión vino por el lado del árbitraje: en la jugada previa al penal hubo una falta clara de Ocampo a Zunino que no vieron ni el línea ni Lunati,-en varias ocasiones muy lejos de las acciones- y después llegó la sanción en el área que tampoco dejó sensaciones unánimes.
Por tanto, un River sin fisonomía de equipo, sin hoja de ruta en la cancha, pero con los toques sutiles y de primera de Trezeguet, y su plasticidad y ubicuidad para correr el campo, y un Ponzio que podía desatar un vendabal desde sus cortes y regulación del juego desde el callejón central, le ganaba por una uña, por una diferencia muy "finita", a un Aldosivi aplicado pero sin demasiado vuelo.
Pero después del penal llegó la expulsión de Briones y en ese otro partido, para el que Aldosivi, en realidad, no tenía un plan, aparecieron otros atributos. Las agallas y el temple de un equipo que nunca se sintió perdido aun 10 contra 11, y ante un River al que no se le caían ideas para "liquidar" el partido con diferencia numérica.
El alma de Furios para llevar al equipo hacia adelante con lo poco que le quedaba, la pegada de Seccafien en el tiro libre, la repentización poco ortodoxa de Walter Zunino, y la capacidad de Matías Gigli para estar ahí en un momento culminante, le dieron al conjunto de Fernando Quiroz un empate con sabor a victoria.
River es el pasajero de un pesadilla, más allá de que su gente la asume con grandeza y llena canchas en todo el país. Y Aldosivi es su otra pesadilla dentro de este calvario que significa pasar por el ascenso. El primero que le ganó en la B, y el que ahora le empató con 10.

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