martes, 5 de abril de 2011

CONDENARON A DOS ABOGADOS Y UNA ESCRIBANA QUE SE QUEDABAN CON LO AJENO EN MAR DEL PLATA

Informe publicado en el Semanario Noticias
y Protagonistas de Mar del Plata


Dos sentencias del mismo tribunal condenan delitos especiales: los que cometieron profesionales con amplio conocimiento de la ley. Ellos tenían todas las de ganar, por eso el sistema los ocultó durante años cono si les diera un premio, y de hecho lo sigue haciendo. Dos abogados y una escribana que se quedaban con lo ajeno, pero jamás se ensuciaron las manos.
El sistema los avala y los respalda. El mismo sistema que se lanza a denunciar a los gritos cualquier delito cometido por los pibes de siempre, los hijos y nietos de ladrones, los expulsados del sistema, los arrebatadores, carteristas y asaltantes. El sistema que gusta de hablar de los “pirañas”, de los “rapaces”, los “mulos”, de todos los sustantivos con los que define -por asociación con animales- a sendos delitos, siempre de poca monta.
Pero la sociedad sabe que quienes roban lo suficiente como para comprar silencio, jamás forman parte de esos que se ensucian. Los que roban lo suficiente compran además expedientes en blanco, indultos de favor, anonimato y pases para otro club. Los que roban lo suficiente no purgan condenas: se reciclan con un cambio de ambiente. Ni siquiera los fiscales acusados de asesinato son investigados: solamente se mudan de provincia. Y esta ciudad lo recuerda con creces.
Se sabe que hay ciertos títulos profesionales que vienen blindados: títulos que compran derecho a doblar la ley, a cambiar la firma, a participar de cualquier clase de mugre por un tiempo, y a huir por la puerta trasera cuando hace falta. Las cárceles, nos guste o no, están llenas de aquellos que no han podido pagarle al abogado correcto. Baste como prueba un simple trabajo de campo: investigar los medios de prensa de todo el país, y mensurar la cobertura mediática que han tenido las causas que se detallan en esta nota de investigación. Alcanzará con ver entonces quiénes han osado poner en letras de molde los nombres y apellidos de los señores de traje impecable o las señoras de zapatos impolutos que hoy son condenados por estafas. Nadie.
Ni siquiera el Colegio de Abogados, desde su función institucional con su Comisión de Disciplina, ha mencionado la posibilidad de suspender la matrícula de quienes ya han sido condenados por un tribunal en lo criminal, acusados de delitos vinculados con el ejercicio de su profesión. Una vez más, los títulos no vienen solamente con marco dorado: también llegan con escudo protector. Mucho más si son aquellos que acarrean placas de bronce y amigos en los lugares correspondientes.

Chanel Nº 5

Sucedió este mismo mes. Después de años de letargo, el Tribunal en lo Criminal Nº 3, integrado por los jueces Eduardo Alemano, Juan Manuel Sueyro y Adrián Angulo, condenó a una renombrada escribana de esta ciudad, en un dictamen con escasos precedentes. Se trata de una estafa que data de hace casi una década: el 1 de julio de 2002, la escribana Diana Mónica Bernasconi escrituró una propiedad de la calle Cataluña de esta ciudad, que teóricamente se había vendido en unos cuarenta mil pesos. Pero la transacción se llevó a cabo a través de un poder que la escribana sabía falso: es decir que ella sabía fehacientemente que la casa era vendida por una persona que no era efectivamente el apoderado del propietario. Y que, por lo tanto, el verdadero titular de la casa sufriría un daño patrimonial, ya que no podría disponer de su bien. De todas maneras, la causa no ha podido comprobar que efectivamente se haya pagado esa suma de dinero en la transacción fraudulenta, es decir que sería posible que el hipotético comprador fuera también parte de la banda.
Pero eso no fue todo: un año después, el 26 de mayo de 2003, la misma escribana escrituró una casa de calle Jacinto Peralta Ramos en las mismas condiciones. La operación la estaba llevando adelante un falso apoderado, cuyo carácter apócrifo era conocido por la notaria, que tenía delante de sí un documento fraudulento. Tampoco en esta oportunidad se pudo dar por acreditado que el hipotético comprador hubiera pagado los cuarenta mil pesos, es decir que bien pudo ser una simple maniobra para perjudicar al propietario legítimo, que no podría disponer de su casa, nuevamente escriturada.
Como agravante figuran no solamente el título que ostenta la acusada, sino además el prestigio de la escribanía para la cual se desempeña, que debe de haber significado una garantía per se para quienes acudieran a ella en busca de servicios profesionales. Se la condenó a cuatro años de prisión más ocho de inhabilitación para el ejercicio de la profesión, por el delito de falsedad ideológica de instrumento público. El silencio mediático hizo que nadie se enterara. También había malversado u$s 36.000 de una mujer que deseaba invertirlos en préstamos hipotecarios, pero ese delito no se trató más que como un antecedente de su conducta irregular.

Fahrenheit

Ojalá eso hubiera sido todo. Pero no. El mismo tribunal condenó a dos abogados de la ciudad por el delito de estafa procesal que se venía desarrollando de la siguiente manera. Gustavo Daniel Rivas y Roberto Oscar Cisneros idearon la manera de hacerse con una enorme cantidad de fondos pertenecientes a la Unión Tranviarios Automotor, a través de una maniobra no sólo premeditada sino además apoyada en el conocimiento que ambos tienen del derecho y de los mecanismos del proceso. En septiembre de 2001, Rivas demandó a la UTA por una suma importantísima, cuando decía representar a más de cuarenta suscriptores de un plan de vivienda, que en realidad no le habían conferido esa representación en ningún momento.
De esa manera los dos abogados lograron intervenir en el proceso, y juntos realizaron un documento falso por medio de la fotocomposición donde incluían la firma de otro abogado, Walter Hugo Carattoli, apoderado este sí legítimo. Rivas y Cisneros así desistían -con ese documento falso- del proceso ante el tribunal, con el único fin de lograr la regulación de sus propios honorarios, elevadísimos por supuesto, en relación con el volumen de la causa en la que supuestamente intervenían.
Obviamente el juez no notó el ardid y aprobó costas muy altas para el proceso, razón por la cual la UTA tuvo sus cuentas bancarias embargadas durante más de una década: eran casi tres millones de pesos. Por supuesto que era necesario que ese expediente desapareciera antes que las cuarenta personas en cuestión dijeran no conocer a Rivas. Por eso el abogado lo retiró del juzgado, y a los pocos días denunció falsamente el robo de su camioneta junto con todos los documentos civiles que se hallaban en su interior. Y asunto cerrado. Nadie más podría confrontar fotocopias con originales,
La condena, basada seguramente en la valentía de la fiscal Lorena Hirigoyen, es de cuatro años y medio de cárcel más la correspondiente inhabilitación para el ejercicio de la profesión durante diez años.
De toda maneras, y hasta el momento, el Colegio de Abogados no ha hecho pública ninguna medida al respecto, ni la suspensión de la matrícula de quienes se valieron de los guantes blancos, de su posición en la sociedad y de su conocimiento de los documentos del proceso para construir una estafa que fue sumamente “premeditada y temeraria”, como indicaron los jueces. Ninguna primera plana dijo que cayeron los abogados que tenían al jaque a la UTA. No son materia apta para hacer leña del árbol caído porque nunca se sabe cuánto tiempo pueden tardar en estar nuevamente en un puesto de poder. Y los medios saben cubrirse las espaldas.
Por eso es que esta investigación toca a los intocables, y evita que sean solamente los ladrones de gallinas y gavilanes de poca monta los que aparecen con nombre y apellido en la prensa gráfica, cada vez que se condena un delito. Esta vez son los guantes blancos los que vienen a formar parte del vestuario característico de la prisión. Aunque sea cárcel en suspenso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

MEnos mal que los descubieron y se hizo justicia. Una verguenza estos abogados. Acusan al abogado laboral de cosas asi pero esto no tiene relacion